Decir que sobran los motivos para una huelga general puede parecer una frase hecha pero no es sino la pura verdad. Primero la Reforma Laboral que convierte despedir en algo más fácil, barato y rentable que contratar o que permite al patrón chotearse de convenios, horarios, acuerdos salariales, bajas por enfermedad y demás zarandajas. Segundo los recortes en todo, menos en antidisturbios claro, el copago sanitario, el euro por receta, la subida de las matrículas universitarias, el metro por las nubes. Tercero los 5 millones de parados y los millones de jóvenes o no tan jóvenes sin subsidio ni esperanza alguna. Cuarto los desahucios, las devoluciones del piso que no anulan la deuda, el corralito de las preferentes,…
Es ante esta montaña de motivos que CC.OO. y UGT han convocado Huelga General para el 29 de marzo. CC.OO. y UGT ya convocaron Huelga contra la Reforma Laboral de Zapatero pero después de ella se deshicieron en negociaciones, firmaron el retraso de la jubilación y la reforma de las pensiones, se abrieron (que acertada palabra) a la negociación con Rajoy. Pero el gobierno del PP (Partido Patronal) se ha burlado de ellos, los ha ninguneado, no les ha dejado otro remedio. Por eso esta huelga no es igual que la del 29-S, esta es unitaria, en todo el estado, antes que la Reforma sea Ley…
La verdad es que nos jugamos mucho todos y todas, por eso no caben excusas y esta huelga tiene que ser un éxito. Para parar al gobierno del PP y también para desbordar a CC.OO. y UGT e impedir que vuelvan a su táctica de negociación-claudicación a la que nos tienen acostumbrados. Tiene que ser una huelga que no constituya el acto final sino el principio de una lucha continuada con más huelgas que seguramente serán necesarias si de verdad queremos frenar lo que se nos viene encima. Huelgas en las que coincidamos con otros países de Europa en idéntica situación que nosotros como Grecia o Portugal, porque las reformas y recortes se deciden en Bruselas o en Berlín y se acatan en Madrid y Barcelona.
Esta huelga tenemos que tomarla en nuestras manos para que no nos la roben. Tenemos que garantizarla entre todos: discutirla en asambleas, difundirla con piquetes no solo de delegados sindicales sino de todos y todas, llevarla a los barrios, extenderla a los vecinos,… Desde el 15 de mayo del año pasado hemos vivido manifestaciones, ocupaciones, asambleas, que demuestran un profundo descontento con lo establecido. Es el momento de que este descontento se transforme en movilización contundente.
Una movilización contundente porque no queremos una Reforma laboral amortiguada ni unos recortes más llevaderos. Queremos trabajo para todos, un salario digno y no congelado mientras el suyo crece sin cesar. Queremos una sanidad, una enseñanza, unos transportes públicos y de calidad. Queremos que el derecho a la vivienda no sea un mero enunciado sin sentido. Eso es lo que queremos, parar esta estafa a la que llaman crisis y que utilizan para apretarnos más las tuercas. Esto queremos y hasta que lo consigamos tenemos que estar dispuestos a luchar.